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A lo largo de la vida, en nuestra búsqueda de felicidad, nos encontramos numerosos obstáculos en el camino. El más importante, es el “utilitarismo” de la sociedad en la que vivimos, según el cual todo lo que hagamos ha de ir encaminado a un fin que se supone “coherente”: tener un trabajo estable, comprarse una casa o formar una familia. Así opinan las mayorías; esas personas que nos dirán frases del tipo “ya va siendo hora de que te centres, de que madures, de que encuentres tu camino”.
Mi consejo, a este respecto, es el siguiente: “no les hagas caso”; sigue probando y si es necesario, hazlo toda la vida. Si tienes un sueño, si sientes que no encajas en el lugar donde estás, cambia de sitio; y si después de un tiempo te pasa lo mismo, vuelve a cambiar. No te conformes con una vida cómoda, busca la plenitud en todos los ámbitos de la vida; primero, en el personal y después, en el laboral. Relaciónate con gente nueva, no te quedes en el sofá; prueba diversos trabajos y descubre cual te llena de verdad.
En ese proceso de búsqueda, no creas en ningún momento que pierdes el tiempo; aunque seguro, te intentarán convencer de ello. No pienses que por el hecho de llevar muchos años haciendo algo, no serás capaz de aprender una nueva tarea. Te costará al principio pero lo lograrás con esfuerzo; saldrás adelante aunque sea con poco dinero. No dejes que te pongan una etiqueta por haber trabajado toda la vida en una empresa o por haber estudiado una carrera; sustituye “soy veterinaria” por “soy Eva”.
No te arrepientas nunca del pasado, ten en cuenta todo el aprendizaje que te ha proporcionado. Sigue estudiando, sigue aprendiendo, crea, “haz arte”. No permitas que tu familia, tus amigos o tus maestros, te frenen en la persecución de tus sueños. Quizás ellos estén infectados con el “virus del utilitarismo” de forma inconsciente. Haz oidos sordos a los consejos “sensatos”, tramita un “cambio consciente”, siembra el caos en tu vida de forma temporal. Ten paciencia, con el tiempo verás los frutos; pues por paradójico que parezca, la entropía, a la larga, genera orden.
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