Cáscale ahí

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eva cabanelas

Una heroina sin capa

21 febrero, 2017 por evacabanelas Deja un comentario

En este post, quiero hablaros de mi tutora de tesis. Una de las personas más ejemplares que conozco. Porque es científica y es madre. Porque sabe compatibilizar su vida laboral y personal como nadie. Porque es una persona muy correcta en el trato, a la que jamás he oido una mala palabra. Porque dirige a sus alumnos al tiempo que los alienta, y jamás se rinde a la primera de cambio.

A mi tutora de tesis, le apasiona su trabajo. He visto el brillo de sus ojos ante un nuevo descubrimiento de laboratorio. La he visto emocionarse al graduarse sus doctorandos. He sido testigo a lo largo de cinco años, de su inmensa paciencia. Jamás la he visto tirar la toalla en un experimento. Ella nunca reprime los fallos, los anota y los transforma en aprendizaje.

Mi tutora de tesis se interesa por las pasiones de sus doctorandos. Para ella, no todo es trabajo. Es una persona empática y servicial. Se preocupa siempre de que los que la rodean estén a gusto. Me consta que ha llevado a su casa, con su familia, a científicos extranjeros que han hecho estancias en el departamento.

Ella, desde el primer momento, ha comprendido mi naturaleza. Me ha permitido “tener pájaros en la cabeza”. Es una mujer digna de admiración, paciente y serena. Se ha esforzado, ha viajado por el mundo y ha logrado triunfar en su carrera. Y lo más importante, sin olvidar a su familia y cultivando una vida plena.

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La otra tesis

30 enero, 2017 por evacabanelas Deja un comentario

Cinco años después, llegó la hora de recapitular. Son varias las ocasiones en las que os he contado lo que supone ser un doctorando/a- el aprendizaje, el sacrificio y a veces, el desánimo. Todo ello condicionado a nuestras circunstancias vitales y como no, al proyecto que nos haya tocado. Hoy quiero compartir con vosotros en qué consisitió el mío; narrado en plural pues son muchas las personas que me han ayudado.

Recuerdo cuando íbamos al hospital veterinario a sacar sangre a las vacas. Recuerdo, como con un poco de pienso, las engañábamos. Recuerdo las horas que pasamos viendo gotear una columna de cromatografía y también, los bocadillos de jamón en el laboratorio. Recuerdo las peleas con el software de recuento de puntos. Recuerdo los viajes al matadero en búsqueda de pellejos de vaca y las cajas, del peso reventadas. Recuerdo el montaje de las muestras para histología y los trozos de parafina en las pestañas.

Recuerdo las tardes en el microtomo; las charlas leonesas y el estruendo de la campana de extracción de gases. Recuerdo, como no, los colocones de alcohol y solución de montaje. Recuerdo la pulcritud suiza en lo que se refiere a trabajos moleculares. Recuerdo los mil y un cambios de guantes y los continuos paseos al sótano, a la habitación de “primers”. Recuerdo los viajes en coche, al encuentro del veterinario, proveedor de sangre. Recuerdo las largas horas extrayendo ADN para PCR y por supuesto, los cultivos celulares.

Recuerdo las risas de los compañeros, los congresos y las palabras de aliento. Recuerdo las lecciones aprendidas en mi desempeño. Recuerdo las excursiones al campo, la naturalidad de los ganaderos y las infestaciones de pulgas que sufrí tras las visitas a granjas de cabras. Recuerdo los cortes longitudinales a unas mil garrapatas. Recuerdo los muestreos con banderas y espalda bajada. Recuerdo los cafés, las comidas y las quedadas.

Archivado en: Recuerdos, Veterinaria Etiquetado como: doctorado, estudiante, investigación, tesis, universidad

Wabi-sabi

31 diciembre, 2016 por evacabanelas Deja un comentario

Hoy vuelvo a escribir, después de un tiempo. Será porque en los últimos meses, no he encontrado la inspiración; quizás esté en una etapa de introspección o a lo mejor, no he encontrado el momento para hacerlo. Sin embargo hoy, último día del año, toca reflexionar sobre la vida, sobre lo que nos regala y también nos arrebata. Sobre nuestros logros y por supuesto, sobre nuestros fracasos. Sobre las cosas que en el próximo año, procuraremos ir mejorando.

Cada año que pasa, nos regala la oportunidad de ampliar nuestro círculo de amistades, de conocer personas maravillosas al implicarnos en nuevos proyectos que nos hacen crecer como personas. Cada año que pasa, adquirimos mayor experiencia en el desempeño de nuestro trabajo o ampliamos nuestros horizontes al realizar nuevas actividades en las que descubrimos auténticas vocaciones. Cada año que pasa, nos da la posibilidad de seguir conociendo el mundo, viajando a lugares lejanos y aumentando nuestros conocimientos, nuestro currículum de vida.

Cada año que pasa, vamos perdiendo el contacto con antiguas amistades, y la muerte nos arranca a nuestros seres queridos, haciéndonos sentir desvalidos, impotentes. Cada año que pasa, nos amargamos en nuestro puesto de trabajo, al sentir que estamos estancados o que no se nos valora lo suficiente. Cada año que pasa, la sociedad se encarga de aplacar nuestros sueños e intentar convencernos de que alcanzada una cierta edad, estos carecen de fundamento. Cada año que pasa, somos un poco más viejos y vamos tomando consciencia de que la vida se pasa en un momento.

Si algo he aprendido este año, es que la vida se compone precisamente de eso, de momentos felices y otros, que no lo son tanto. Quizás este año, nos haya tocado vivir de cerca la pérdida o la enfermedad de un familiar o de una mascota; quizás nos hayamos llevado desilusiones en el ámbito personal o en el trabajo; quizás hayamos roto con nuestra pareja o sufrido por diversos motivos. Pero lo más importante de todo, es que las pequeñas cosas (la “belleza oculta” de la que nos habla la película, el “wabi-sabi” de los libros de autoayuda), las que nos alientan y nos dan esperanza, las que nos hacen sonreir incluso en los momentos más duros; esas pequeñas cosas siempre seguirán existiendo.

Archivado en: El sentido de la vida, Gente especial

Crónicas libanesas

16 agosto, 2016 por evacabanelas 1 comentario

Beirut, como cualquier gran ciudad, tiene dos caras. La cara A huele a perfume, falafel y pastas de té. En ella, están las tiendas de marca, los bolsos de firma y los coches de gama alta. En las casas, hay máquinas dispensadoras de agua. Es aquí donde están los centros comerciales, con aire acondicionado y grifos que echan agua salada. En la cara A, hay edificios modernos y playas privadas; por las calles, vírgenes e iglesias desperdigadas. En la cara A, hay niños que se agarran a los bolsillos de los turistas por la calle. Al rumor de la gente, se suman los pitidos de tráfico.

La cara B huele a asfalto, basura y carburante. En ella, están las tiendas de ultramarinos, los gatos callejeros y los vehículos destartalados. La gente bebe agua del grifo, cuya calidad es más que cuestionable. Es aquí donde están los señores fumando “arguile” en plena calle. En la cara B, hay edificios agujereados por la metralla, una playa pública bastante contaminada y un montón de mezquitas, únicos lugares en esta zona con aire acondicionado. En la cara B, hay barricadas y militares; además de madres con hijos, tiradas en plena calle. Al rumor de la gente, se suman los pitidos, los martillos neumáticos y las llamadas al rezo, un bálsamo entre tanto ruido.

En Beirut, el tráfico es caótico, hay más vehículos que habitantes. Para localizar una dirección, los taxistas llaman por teléfono al anfitrión o piden ayuda a los viandantes, que introducen la cabeza por la ventana del taxi. La mayoría son honrados, aunque también los hay aprovechados. Los conductores de autobús solo se ponen el cinturón en los controles policiales. Fuman, toman café y “whatsappean” al volante. No hay paradas establecidas; los pasajeros se suben en marcha y se bajan en la carretera “en mitad de la nada”.

Al margen de los paisajes y la gastronomía, si algo destaca del Líbano, es su gente, hospitalaria y sonriente. Orgullosos de sus raíces y deseosos de compartir su cultura, los libaneses llevan a su casa a los desconocidos y los invitan a degustar deliciosos manjares. Se ofrecen a enseñarles su ciudad e incluso, les hacen regalos. Los libaneses adoran a los europeos y en especial, a los españoles. Las palabras mágicas, “Real Madrid” y “Barça” despiertan la simpatía en sus corazones. El mejor “souvenir” de Líbano es un amigo libanés.

Archivado en: Gente especial, Willy Fog Etiquetado como: Beirut, ciudades en Asia, hospitalidad libanesa, Líbano, viajar por Asia

El árbol de la vida

18 julio, 2016 por evacabanelas Deja un comentario

Quizás no sea la primera vez que véis esta imagen; el árbol de Andry, emblema de la ortopedia moderna. A pesar de que la idea original del médico francés fue representar el efecto de un tutor para corregir el crecimiento de un elemento anárquico, véase un hueso o un árbol, es también una metáfora de lo que Jorge Bucay, en su libro “El camino de Shimriti” denomina “buscador del conocimiento”. Con este término, el autor se refiere a todas aquellas personas que, conscientes de su ignorancia, deciden perseguir el camino de la sabiduría. Veamos pues como este árbol representa las distintas etapas de la vida.

Empezaré por aclarar que la vara recta o tutor es una representación de los preceptos sociales del mundo en el que vivimos. La moral, la ética, el comportamiento. Pues bien, la parte baja del árbol corresponde a la infancia, esa fase en la que aprendemos imitando a nuestros padres. Como de niños carecemos de las herramientas necesarias para cuestionar lo impuesto, nos limitamos a copiar a los que tenemos al lado. La parte central del árbol es un reflejo de la adolescencia, cuando se inicia la lucha y nos rebelamos contra lo impuesto (buscador de la primera etapa). En esta fase, reaccionamos frente a las normas; sin embargo, por influjo de la soga, seguimos creciendo de forma paralela al tutor, pues todavía no disponemos de los recursos para ser autosuficientes.

En la cima, la copa del árbol representa la edad adulta; cuando el tutor carece de efecto sobre el individuo. El crecimiento no es unidireccional, las ramas se diversifican en un amplio abanico de posibilidades. En esta etapa, no sólo cuestionamos lo preestablecido sino que también disponemos de los recursos necesarios para evolucionar en el sentido que queramos. Cuando alcanzamos la edad adulta, ya hemos adquirido los valores emocionales (infancia) y los conocimientos (adolescencia) esperados; y es aquí, donde empieza la verdadera búsqueda del sentido de nuestra vida. El camino no está marcado, somos nosotros quien lo diseñamos. Mientras que algunos eligen comprar una casa, casarse o formar una familia; otros deciden perseguir su sueños, viajar por el mundo o dedicarse al arte. O ambas.

Cuando nos comportamos de forma distinta a lo que la sociedad espera, nos convertimos en objeto de burlas, críticas y bromas. Este hecho se acusa principalmente durante la adolescencia, aunque es una constante en toda la vida. Lo más probable es que después de habernos enfrentado a daños y pérdidas, resurjamos con cierto bagaje. Nos convertimos así en el brote de la izquierda que, a pesar de haber sido lastimado, crece de nuevo (buscador de la segunda etapa). Finalmente, existe un tercer buscador, el brote de la derecha, que representa a una nueva generación que, desde un principio crece en libertad. Utópico, quizás.

Archivado en: El sentido de la vida, Gente especial Etiquetado como: árbol de andry, autorrealización, etapas de la vida, plenitud, sabiduría

Ellas

15 julio, 2016 por evacabanelas Deja un comentario

Todos los días, cuando paso por la Muralla; están ellas. Sentadas en un banco, con gesto indiferente, viendo pasar las horas. No importa si es verano o invierno; si hace frío o calor, siempre están allí. No leen, no hacen crucigramas; solo esperan. Ni siquiera hablan entre ellas. Casi siempre cabizbajas, apenas miran a la gente que pasa. En ocasiones, un hombre merodea por donde están ellas.

Por sus rasgos, parecen extranjeras. No son ni jóvenes ni viejas; son mujeres de grandes caderas. Sus cabellos están descuidados; sus ropas son ajustadas pero no provocadoras. No llevan grandes escotes ni faldas cortas; tampoco, collares o joyas. Porque ellas, rodeadas del más sepulcral silencio, son mujeres discretas. Nunca se las ve reír o llorar; sus emociones en soledad, las gestionan.

La mayoría de la gente las mira con desprecio o las ignora. A mí, me despiertan curiosidad. Siempre me pregunto cómo se sentirán ellas y cuales serán sus historias. Si se sientan a ver pasar las horas porque quieren o porque las obligan. Si están solas lejos de su familia o si tienen hijos en casa. Si tienen donde dormir y qué llevarse a la boca. Cuantas cosas puede haber detrás de una persona.

Y mientras ellas esperan, nosotros no alzamos la voz. Miramos para otro lado como si no existieran. Les negamos el derecho a la seguridad social, las estigmatizamos y convertimos su profesión en el peor de los insultos. Las obligamos a permanecer ocultas en sórdidos lugares. Las criticamos a ellas y también a sus clientes. Y nos olvidamos de que ellas sufen y se enamoran como cualquier persona.

Archivado en: Gente especial, Guerra de sexos Etiquetado como: discriminación, feminismo, mujer, prostitución, trata de blancas

Master of cookies

11 julio, 2016 por evacabanelas Deja un comentario

Los que me conocen, lo saben. Si de algo controlo en este mundo, es de galletas. Aún recuerdo cuando mi madre me las traía al patio del colegio. Ahí estaban, envueltas en papel de aluminio desafiando mis babas; era ver el paquetito y salivar como el perro de Paulov. Y es que las galletas siempre fueron el colofón a una buena merienda. De niña no tenía que enfrentarme a la difícil decisión de cuales elegir, pues mi madre era quien me proveía. A medida que fui creciendo, tuve que abordarla en cada visita al supermercado. Es por eso que en el pasillo de las galletas, siempre me quedo rezagada.

Como sabéis, las galletas las hay de muchos tipos. Para empezar, están las galletas “María”; un clásico entre generaciones; esas que nos daban las abuelas y que nunca pasarán de moda (inclúyanse aquí Fontaneda, Marbú y similares). Pocas cosas producen más placer que la grasa flotando en la leche tras mojarlas. Y nada de comerlas de una en una; de toda la vida, a pares. De esto que abres el paquete y en unos minutos, te lo has jalado. Los más profesionales, las untan con Nocilla o mantequilla y fabrican deliciosos sándwiches. A continuación, están las galletas “para niños”, con formas de animales y dibujos de personajes. No sé que tienen, pero enganchan (bueno sí lo sé, azúcar por doquier). Y es que a todos nos gustan los “Dinosaurios” (tan majos ellos, en paquetitos individuales) y las “TostaRica”, que tanto te dejan los dedos embarruntados como se rompen al mínimo contacto.

Luego están las “galletas de madre”, como las “Yayitas”, las “Flora” o las “Campurrianas”, que tienes que cerrar bien la bolsa para que no se pongan blandas. Asimismo, son tan secas que ingeridas sin leche, pueden arañar la garganta. No nos olvidemos de las galletas rellenas, desmontables y comestibles en fases. A este grupo se adscriben las archiconocidas “Príncipe”, las “Oreo” o las galletitas esas de limón del surtido Cuétara que no recuerdo como se llaman. La forma normativa de comerlas es abrirlas, lamer el relleno y “to pa’dentro”. Aunque a algunos nos puede el ansia y nos saltamos el reglamento. Mención aparte se merecen todas esas marcas que fabrican conatos de galletas, bajas en azúcares y grasas. Aunque constituye un atentado contra el concepto de galleta, calórica por naturaleza, he de decir que les he encontrado el gusto a ciertas marcas (Gullón, por ejemplo); incluso a las “Digestive”, cuya deglución cuesta sudor y lágrimas.

Estaréis de acuerdo conmigo en que no existe maravilla semejante a un surtido de galletas. Será porque los reservamos para ocasiones especiales o porque contienen un poco de todo, incluidos bizcochitos y barquillos, que forman una categoría aparte. Un recuerdo especial para las galletas con cereza, esas que nadie quiere; repudiadas por déspotas comensales que las ignoran abriendo el segundo piso de la caja. Desayuno, comida o cena, cualquier momento es bueno para hacer una “galletada”. Peligroso para la salud en exceso, pero de vez en cuando una cura para el alma. Por algo, a mi lado Triki es un aficionado.

Archivado en: Curiosidades, Recuerdos Etiquetado como: calorías, infancia, marcas de galletas, merienda

Ex… Returns

1 julio, 2016 por evacabanelas Deja un comentario

Igual que “el malo” nunca muere a la primera, “los ex”, por una u otra razón, suelen reaparecer en nuestras vidas. Es lo que yo denomino, un “returns”. Mantener una buena relación con una expareja es algo que todo el mundo desearía y que tras un tiempo prudencial y si “la cosa acabó bien”, sin duda es posible. Nada que objetar cuando se trata de entablar una amistad. Pero hay personas que, después de años, “vuelven a la carga” para perturbar la estabilidad de quien fue su pareja, alegando que cometieron un error y están arrepentidos. No saben que hay trenes, que pasan una sóla vez en la vida.

Escuchando testimonios diversos, he observado que estas personas tienen una serie de características comunes. Están acostumbradas a tener cuanto desean y a que les sigan la corriente en todo momento. Se cansan rápido de las cosas y, también de las personas. Cuentan historias tergiversadas, las manipulan en beneficio propio. Alardean de ser sinceros pero no son capaces de explicar cara a cara sus sentimientos. Se preocupan única y exclusivamente por ellos mismos y son tan ingenuos como para creer que esa persona que “expulsaron” de su vida en el pasado, los sigue esperando.

La suya, es una actitud que, por mucho que me esfuerzo, no entiendo. Desde un principio, “venden la moto”, dicen “te quiero” y prometen cosas que no van a cumplir. Este hecho despierta cuanto menos la desconfianza del otro que, si es afortunado, no llega a enamorarse. Si la relación se prolonga, van y vienen una vez tras otra; un síntoma claro de relación defectuosa. Cuando me canso, te dejo y cuando me aburro, vuelvo a buscarte. Finalmente, nos mandan un WhatsApp o SMS para notificarnos que esa vez es la última y que nos han abandonado. Mensaje recibido y cara de tonto, que no nos quita nadie.

Lo mejor en estos casos, es afrontar la situación con humor; siempre que ya no duela. Responder de forma cordial y compartir la anécdota con los amigos. Sin duda, descubriremos que no somos, ni de lejos, los únicos. Darle un giro de tuerca a lo que antaño nos pareció una falta de respeto y convertirlo, por ejemplo, en hilo argumental de un monólogo. Y lo más importante, no darle mayor protagonismo a la estrella invitada, dejarla en el estatus de “special guest star”. Quizás, le demos una buena lección de humildad.

Archivado en: Amor, Guerra de sexos Etiquetado como: amor, dejarse y volver, egoísmo, expareja, regreso

Amores altamente peligrosos

27 junio, 2016 por evacabanelas Deja un comentario

De acuerdo con Walter Riso, psicólogo italo-argentino, existen ocho estilos afectivos de los cuales sería mejor no enamorarse: histriónico/teatral (hostigante), paranoico/vigilante (desconfiado), pasivo/agresivo (subversivo), narcisista/egocéntrico (egoísta), obsesivo/compulsivo (perfeccionista), antisocial/pendenciero (violento), esquizoide/ermitaño (indiferente) y limítrofe/inestable (caótico). Cada uno de ellos se relaciona con un tipo de amor, siendo el subversivo, egoísta, perfeccionista y caótico los que mayor interés han suscitado en mis lectores.

Las personas pasivo-agresivas “aman” de forma subversiva. Proponen más de lo que hacen; primero toman la iniciativa y luego, se arrepienten. Si entras por el lado de su debilidad, enseguida, te encontrarás haciéndoles favores. Son especialmente incumplidos, se disculpan pero vuelven a reincidir. Piden favores pero no los hacen. No les gusta que el otro maneje la situación  pero tampoco toman cartas en el asunto. Si no llamas, los pasivo/agresivos aparecen con ahínco renovado y cuando muestras interés, se alejan nuevamente. Sus apreciaciones sobre otras personas pueden ser muy duras.

Las personas narcisistas-egocéntricas “aman” de forma egoísta. Parece que escuchan cuando les hablas, pero su mente está secuestrada por el ego. No es falta de memoria, sino falta de atención. La mayoría de sus conversaciones tienen por objeto su propia persona: familia, logros, trabajo, etc. Si se les contradice en algún momento, se muestran desconcertados e incómodos. Alardean de objetos glamurosos, como ropa y calzado de marca. Su táctica favorita es regalarle el oído a quien tengan delante, dicen aquello que nos gustaría oír. A veces, se les escapa un trato inadecuado hacia otras personas; suelen ser clasistas.

Las personas obsesivo-compulsivas “aman” de forma perfeccionista. Están pendientes continuamente de los errores que cometas, aunque no lo digan en voz alta. En los restaurantes, se quejan a menudo y destacan los defectos. Su atención está focalizada en los detalles más superfluos. Sus comportamientos siempre pasan por el tamiz de la racionalización; el interlocutor tiene la impresión de que estas personas dan lecciones. Revisan la cuenta mil veces. No soportan que las cosas no estén en su sitio. Se hacen cargo de todo, dan recomendaciones y asumen el liderazgo. Suelen ir siempre de punta en blanco.

Las personas limítrofes-inestables “aman” de forma caótica. Desde un principio, se muestran abiertas y descaradas y a la larga, sufren severas fluctuaciones emocionales. Necesitan agradar a otros y tienen comportamientos contradictorios. Les gustan las experiencias fuertes y las parejas que les sigan la corriente. Combinan seducción, extravagancia y emoción desbordada con una sinceridad pasmosa. Les gusta llamar la atención y tener el control. De todos los estilos afectivos, es el más difícil de ocultar.

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Superhéroes peludos

1 junio, 2016 por evacabanelas Deja un comentario

¿Alguna vez os habéis imaginado como es sentir dolor y no poder quejarse? ¿Alguna vez os han mandado a casa sin analgesia tras una cirugía? ¿Alguna vez os han cortado alguna parte de vuestro cuerpo “por estética”? ¿Alguna vez habéis sufrido martirios para que otros se diviertan? ¿Sabéis de alguien al que hayan matado “por no ser útil”?. Por desgracia, estas y otras cosas sufren a diario los animales.

Dejando aparte a los animales de producción, en cuya ausencia directamente no existiríamos, en este post quiero referirme a las mascotas. Esas criaturas peludas que nos hacen infinitamente más felices, además de mejores personas. Y es que los animales de compañía son un “bien de lujo”, un símbolo de bienestar social y como dijo Gandhi, un indicador de “humanidad”. Te invito a ejercitar tu empatía, piensa por un momento en estas premisas.

Me gustaría saber como te sentirías si te doliese cualquier parte del cuerpo y no tuvieses acceso a medicamentos. Me gustaría saber qué pasaría si un médico se niega a darte “drogas” después de abrirte la barriga y que no puedas poner una queja en “atención al paciente”. Me gustaría saber qué te parecería que te cortasen un trozo de oreja porque alguien creyó en un momento dado que eso era bonito. Me gustaría saber que sentirías si te obligasen a luchar contra otra persona hasta la muerte. Me gustaría saber que pasaría si asesinasen a alguien que quieres, solo porque ha perdido facultades.

Sinceramente, pensar en un mundo así me resulta aterrador. Un mundo en el que únicamente la existencia de alguien capaz de interpretar un gesto, nos libre del padecimiento. Un mundo en el que una determinada persona decida si debemos pasar dolor o no. Un mundo en el que los niños fuesen mutilados por motivos estéticos. Un mundo en el que pelear hasta matarse se considere “divertido”. Un mundo en el que se aniquile a los discapacitados. A todo esto, los animales sobreviven.

Archivado en: Curiosidades, Veterinaria Etiquetado como: amor gatuno, amor perruno, crueldad animal, mascota, veterinaria

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