¿Alguna vez os habéis imaginado como es sentir dolor y no poder quejarse? ¿Alguna vez os han mandado a casa sin analgesia tras una cirugía? ¿Alguna vez os han cortado alguna parte de vuestro cuerpo “por estética”? ¿Alguna vez habéis sufrido martirios para que otros se diviertan? ¿Sabéis de alguien al que hayan matado “por no ser útil”?. Por desgracia, estas y otras cosas sufren a diario los animales.
Dejando aparte a los animales de producción, en cuya ausencia directamente no existiríamos, en este post quiero referirme a las mascotas. Esas criaturas peludas que nos hacen infinitamente más felices, además de mejores personas. Y es que los animales de compañía son un “bien de lujo”, un símbolo de bienestar social y como dijo Gandhi, un indicador de “humanidad”. Te invito a ejercitar tu empatía, piensa por un momento en estas premisas.
Me gustaría saber como te sentirías si te doliese cualquier parte del cuerpo y no tuvieses acceso a medicamentos. Me gustaría saber qué pasaría si un médico se niega a darte “drogas” después de abrirte la barriga y que no puedas poner una queja en “atención al paciente”. Me gustaría saber qué te parecería que te cortasen un trozo de oreja porque alguien creyó en un momento dado que eso era bonito. Me gustaría saber que sentirías si te obligasen a luchar contra otra persona hasta la muerte. Me gustaría saber que pasaría si asesinasen a alguien que quieres, solo porque ha perdido facultades.
Sinceramente, pensar en un mundo así me resulta aterrador. Un mundo en el que únicamente la existencia de alguien capaz de interpretar un gesto, nos libre del padecimiento. Un mundo en el que una determinada persona decida si debemos pasar dolor o no. Un mundo en el que los niños fuesen mutilados por motivos estéticos. Un mundo en el que pelear hasta matarse se considere “divertido”. Un mundo en el que se aniquile a los discapacitados. A todo esto, los animales sobreviven.